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martes, 18 de noviembre de 2014

Clarividencia

Desde pequeña, su imaginación volaba, buscando escapar a otros lugares. Imaginaba que había alguien hecho para ella, en algún lugar y que cuando se encontraran,  lo sabría.
Su desmesurada imaginación y algunas horas de más de televisión, hacían que relacionara esa señal con fuegos artificiales,  música romántica o cámaras lentas.
Poco a poco, la vida quemó sus sueños,  dejó de soñar despierta y de esperar, de confiar.
Por eso, cuando lo vio en esa calle atestada de gente, pasó de largo con la cabeza gacha. Nada le impedía parase y ayudar al chico guapo con cara de perdido.
No lo hizo, se limitó a continuar con su camino, hacia otro día de su anodina vida.
Se sorprendió cuando un ligero toque en su espalda, desencadenó una corriente eléctrica que recorrió su espina dorsal.  No hubo fuegos,ni música como había imaginado, pero si una señal.
Era él, el muchacho perdido en medio de aquél trajín de gente, era él.
Ni siquiera necesitó girarse, para tener la certeza de quién había rozado su espalda, era él.
Y esa afirmación se podía aplicar a todos los niveles.
Era él en todos los sentidos.



                                                                                                            Imagen extraída de la Web

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